A 10 años del Ni una menos. Deudas ajenas y desafíos propios

POR LAURA PASQUALI* 

“La violencia machista es aquella que se ejerce mediante toda acción, u omisión, dentro del marco de una relación desigual de poder, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como privado, afecta tu vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, y por el hecho de ser o sentirte como una mujer”. (Colectivo Ni Una Menos)

Cada 3 de junio, desde hace 10 años nos trae una lucha particular siempre desde el grito “ni una menos”. Cada 3J presenta más novedoso protagonismo femenino. Claro que este 2025 los 10 años nos encuentran aferrándonos a los derechos conquistados con furia, pero también con temores. El voraz desmantelamiento de políticas clave en materia de género ha golpeado duramente a las mujeres y más especialmente, como toda coyuntura crítica, a las de sectores obreros y populares. La eliminación y recorte de fondos para programas de salud sexual y acompañamiento a víctimas de violencia de género son la mayor advertencia del retroceso en la agenda de derechos. Subyace y es condición de posibilidad de esa marea de derechas los argumentos que niegan las desigualdades a las que están sometidas las mujeres: la brecha salarial, la mayor precarización laboral y más recientemente, el cuestionamiento de la existencia del feminicidio y las maniobras para eliminar esa figura del Código penal. En otras palabras, se desconoce la violencia estructural que enfrentamos las mujeres. Y todo esto va más allá de lo simbólico (que ya es bastante grave) dado que las crisis de cuidados, con su costado más crudo que es el deterioro de los sistemas de salud y educación, no hacen más que profundizar las desigualdades. 

El “Ni una menos” surgió del hartazgo colectivo que gritó “basta de femicidios” y si bien la iniciativa surgió de periodistas, activistas y artistas, de inmediato buena parte de la sociedad de apropió de esa demanda que con el correr de los años se instaló en la agenda política superando cada vez más las consignas iniciales. Porque el ni una menos reconoce que los femicidios tienen condiciones materiales que los posibilitan. 

¿Cuál es el balance de estos 10 años?

De acuerdo a los datos de la asociación civil “AHORA QUE SI NOS VEN”, hubo 2827 femicidios (tanto como la población de Calchín, el pueblo de Córdoba donde nació Julián Álvarez). Casi la misma cantidad de niñxs quedaron huerfanxs. Y según el relevamiento del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, estas son las cifras año a año:

Elaboración propia en base a datos del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina. Los números para 2025 son anualizados a partir de los datos de enero a abril: 94 casos

Más o menos un femicidio cada 30 horas. Como se sabe, pero no por eso hay que dejar de decirlo, en el 85 % de los casos el femicida pertenece al círculo íntimo de la víctima y en más de la mitad de las ocasiones el asesinato fue en su hogar. Dos de cada diez víctimas ya habían hecho denuncias sobre el agresor y una de cada diez tenía medida de protección judicial. El 21% también sufrió violencia sexual.

“Nada que celebrar”, me digo y rápidamente pienso que ahora tenemos estos datos que nos ayudan a dar la pelea para que la Justicia no revictimice y para demandar que lxs jueces tengan perspectiva de género, para que los delitos de violencia sexual no prescriban, por una eficaz implementación de la ley Micaela, para anudar esta lucha con otras del movimiento feminista. Por ejemplo, la Educación Sexual Integral.

“Sin ESI no hay ni una menos”

Es una de las consignas. Necesitamos Educación Sexual Integral en las escuelas, en los clubes, en los hogares. Seguimos exigiendo la reglamentación de una ley que comprometa a abordar con las infancias las múltiples formas en que se manifiesta la violencia por cuestiones de género. Exponer claramente la violencia machista contenida en los productos culturales que lxs jóvenes consumen cotidianamente, ayudarles a observar críticamente el contenido de las redes sociales privilegiando la información científica y rigurosa. La Educación Sexual Integral inseparable de cualquier práctica educativa transformadora, emancipadora en el más amplio de sus acepciones. Por eso la violencia de género debe ser pensada en el marco de la problemática de los derechos humanos y por eso eliminarla debe ser una prioridad asociada a los derechos de las personas. Insistimos en que todas las formas de violencia son igualmente reprobables pero es imperioso tratar la especificidad y consecuencias de la violencia de género. Hay mucho que está logrando la escuela: lo vemos cada 3J en lxs jóvenes que portan carteles que hicieron en las aulas, en las voces de niños y niñas que pudieron señalar a su abusador.

Hace unos años circulaba una consigna “si un día no vuelvo, quemá todo”. Y seguimos sin volver mientras las amigas y compañeras gritan por nosotras “basta de matarnos”, “vivas y libres nos queremos”, “la deuda es con nosotras”.

Referencias:

Observatorio de las violencias de género “Ahora que sí nos ven”. https://ahoraquesinosven.com.ar/

Corte Suprema de Justicia. Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina (RNFJA). 2025

*LAURA PASQUALI es historiadora y docente en la Universidad Nacional de Rosario. Este artículo es una colaboración especial para Nuevo Trópico.

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