POR GUADALUPE SÁNCHEZ
A un año de la primera gran marcha universitaria, la Nación mantiene su postura de considerar a la educación superior y a la ciencia como los enemigos: la sangría de fondos avanza. En los pasillos de las facultades de todo el país el desánimo es cánon: “una vez más paro”, “otra vez lo mismo”, “qué hacemos con las clases perdidas”, “qué pasa con las mesas”, “una vez más”. Argentina es un país cargado de mucha historia, de una lucha de años y de un reflejo de una sociedad en donde los trabajadores siguen pagando todos los platos rotos o el precio de aquello por lo que, ojalá, no dejemos de luchar.
Según infobae.com, los paros docentes iniciaron en noviembre de 1881, en San Juan. Nueve maestras de la Escuela Graduada y Superior enviaron una notificación al gobernador de ese entonces, Domingo Faustino Sarmiento, para manifestar su protesta.
Los motivos, 144 años después, no los van a sorprender: “Falta de pago absoluto en los pasados ocho meses; en la planilla figuran sueldos muchos más elevados de lo que en realidad se nos paga”, decía la nota en uno de los párrafos.
Sarmiento respondió inmediatamente a las exigencias de las maestras y ellas pudieron cobrar lo que les correspondía, pero a los pocos meses todas fueron separadas de sus puestos, lo que claramente se entendió como una medida cuyo objetivo era disciplinar. Mirá vos, Sarmiento era el padre del aula pero también se cobraba venganza de quienes protestaban.
Entonces, la pregunta que sobrevuela: ¿Qué significados hay alrededor del paro docente? ¿Es solo para reclamar mejores salarios? Profesores, alumnos, docentes y no docentes cansados y, por suerte, firmes en esta lucha que tiene más de 140 años. La historia de la lucha estudiantil y docente es un libro infinito, interminable, diverso y lamentablemente repetitivo. Me atrevería a decir que cada momento a lo largo de la historia está marcado por alguna lucha, diferentes según los hechos de cada momento, pero que siempre tiene un punto en común: trabajadores, personas comunes, reclamando por sus derechos.
Quizás usted, lector, se imagina que hablo del derecho a la educación y a los sueldos dignos, pero no. No es tan solo eso. Hay algo que está latente y hoy en día mucho más: el significado que tiene la educación, más aún la educación pública y más aún en los tiempos de hoy en el que parece ser que importan los derechos de unos pocos.
A veces no tenemos noción del rol que cumple, de lo que articula, de lo que genera, de lo que crea en el mundo entero. Por eso les traigo una pequeña pero importante definición que nos brinda el diccionario: Formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen.
Esta lucha no es tan solo salarial. Es una lucha moral, intelectual y afectiva que forma parte de nuestra cultura. Que articula significados y que nos da herramientas para convertirnos en alguien. Y debo decir que convertirse en alguien no es poca cosa en este país.
A veces da la sensación de que estamos dormidos, como si algo hiciera que no queramos despertar, que vivimos en una especie de gran hermano. Cada uno en su mundo. Siempre y cuando lo de uno no se vea afectado sigo por la vida así sin más. Y así dejamos que algunas fuerzas emerjan y se impongan. Como dije antes, a los beneficios de unos pocos los pagan muchos y los
pagan los trabajadores.
Propongo despertar. Propongo acompañar esta lucha que viene de años, una lucha intelectual y cultural que ojalá nunca se pierda y siempre podamos salir a la calles a manifestarnos.
Porque esta es una batalla cultural, que muchos no quieren ver, pero con la lucha de estos “otra vez hacen paro” se han conseguido impresionantes derechos.
Un ejemplo fue la lucha docente que ocurrió el 27 de septiembre de 1958 en Buenos Aires, el día en que los docentes iniciaron una huelga total y, al día siguiente, el entonces ministro de Educación, Ataúlfo Pérez Aznar, se comprometió públicamente a dar respuesta al reclamo y a equiparar los salarios de los docentes de la provincia con los de la Nación.
Sin embargo, el 29 de septiembre,los docentes llamaron a un paro por tiempo indeterminado que culminó el 21 de octubre, casi un mes después. El 22 la Cámara de Diputados finalmente aprobó la equiparación de salarios y al día siguiente obtuvo la aprobación del Senado y se convirtió en ley. Ese mismo día, la Cámara Alta trató la modificación del Estatuto del Docente y el 25 de ese mes se convirtió en Ley y rige hasta hoy, una muestra de que las luchas no son en vano.
Por lo tanto señor lector, le prometo que estas manifestaciones no son en vano, que seguro alguno de sus derechos adquiridos tienen que ver con alguna lucha que quizás usted no conoce. Porque la historia de la humanidad se trata de eso, de todos los intentos por mantener o adquirir derechos, porque no es mentira la conocida frase “el conocimiento es poder”, entre muchas otras cosas, es nuestra gran salida.
Hay muchos que no pueden, hay muchos que no quieren y pueden, pero también hay demasiados que quieren y no pueden.
Entonces, hagamos uso de esa educación para tener la capacidad moral, intelectual y afectiva, y así no perder la memoria. Porque “La memoria es la capacidad de una cultura de conservar y transmitir ciertos textos a lo largo del tiempo. Y la cultura, en tanto mecanismo supra individualidad, es decir, que trasciende lo individual, es la que permite la actualización de esos enunciados que fueron olvidados y que, en determinado momento de su desarrollo, emergen de nuevo”. YURI LOTMAN