POR DEBY MONTIEL
A 23 años de la Masacre de Avellaneda, Tucumán fue una de las tantas provincias que alzaron su voz para recordar a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. La marcha, convocada por organizaciones sociales, políticas y piqueteras partió desde Plaza Urquiza hacia Plaza Independencia, donde ya se estaba llevando a cabo la tercera jornada de lucha universitaria en defensa de la educación pública, gratuita y de calidad. Dos movilizaciones que se unieron en un mismo espacio, dejando claro que la lucha contra el ajuste y la represión que atraviesa a varios sectores del pueblo argentino sigue siendo una sola, que la salida no es individual, es colectiva.
Una represión que se cobra vidas
Darío y Maxi fueron asesinados el 26 de junio de 2002, durante una jornada de protesta en el Puente Pueyrredón, a manos de la Policía Bonaerense. Ambos militaban en distintos Movimientos de Trabajadores desocupados (MTD Aníbal Verón) y formaban parte de una generación de jóvenes organizados en los barrios más golpeados por el desempleo y el hambre. Aquella represión buscaba, por parte del gobierno de Eduardo Duhalde, disciplinar al movimiento piquetero emergente, que había cobrado fuerza tras el Argentinazo de 2001. Ellos no se conocían, sin embargo eso no impidió que Dario regresará a auxiliar a Kosteki cuando lo vio tirado mientras intentaba escapar de la represión policial, aunque eso le costó la vida.
Hugo Heredia, referente del Frente Popular Darío Santillán, abrió el acto en Tucumán:
“Nos hemos unido para seguir reclamando justicia, para seguir reclamando contra la impunidad, contra la desigualdad y el endeudamiento. Basta de hambre y basta de represión. Estamos acá, las organizaciones del pueblo, exigiendo unidad para transformar”.
La lucha es una sola
Mientras se recordaba la masacre de Avellaneda, el movimiento universitario (estudiantes, docentes, no docentes y egresados de la universidad pública) realizaba una nueva jornada nacional de paro y movilización frente al vaciamiento presupuestario y el deterioro salarial de la docencia. Diego Toscano, docente en la facultad de Filosofía y Letras y referente de ADIUNT, hizo mención de ambos reclamos.
“Estamos en una jornada en la que miles de compañeros y compañeras de las universidades salieron a la calle ante un vaciamiento feroz. Hoy, más de 10.000 docentes han tenido que abandonar sus puestos. Mientras tanto, las centrales sindicales miran para otro lado y pactan con un gobierno represor como el de Milei. Por eso estamos acá también, repudiando la represión y acompañando la lucha por justicia para Darío y Maxi”.
“Una juventud que se puso de pie”
Desde el Frente de Izquierda, Alejandra Arreguez retomó el legado de Darío y Maxi como parte de una juventud que no bajó la cabeza:
“El enorme ejemplo de Darío y Maxi como símbolos de una juventud que no se quedó callada, que no se quedó de brazos cruzados en plena crisis. Con el 2001 los comedores populares se multiplicaban porque no había para comer. Cuando avanzaba la desocupación, cuando se disparaba la inflación y había cada vez más y más mujeres bajo la línea de pobreza.Fue una juventud que se puso de pie, que le puso el cuerpo y por eso no solo estamos exigiendo justicia, por Darío y Maxi que se pudren en la cárcel, los responsables materiales y también los responsables políticos, sino que también estamos reivindicando ese enorme ejemplo que acompañó a quienes crecimos viendo a Darío, a Maxi, el ejemplo de Mariano Ferreira, de Santiago Maldonado y lo que quisieron hacer hace 23 años adoctrinando, disciplinando con semejante masacre comandada por un gobierno de Duhalde y de Solá en la provincia de Buenos Aires”
Luchar desde abajo, con las ollas y en los barrios
Santiago Camuña, del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), reivindicó la raíz barrial del movimiento piquetero, el rol de las mujeres en los territorios y el ejemplo de Dario y Maxi en su lucha.
“Y me permito mirar a mis compañeras, sobre todo de los barrios, que hoy tienen cuatro, cinco laburos que paran la olla, que siguen haciendo ollas populares contra el ajuste del FMI, de Milei, de este gobernador Jaldo que dice que el alimento se vende, cuando todos sabemos quiénes son los que venden alimentos y no somos los movimientos sociales, sino son sus punteros políticos del ministro de desarrollo social”
“Seguir el ejemplo de Darío y Maxi también es lo que están haciendo todos ustedes en cada una de sus casas, en cada uno de sus barrios, en cada cada una de las ollas en mantener el trabajo comunitario porque nos quieren decir que la salida es individual que nos quedemos en la casa, que no nos juntemos con el compañero”
Una represión que trasciende el tiempo
Desde Política Obrera, Alejandra del Catillo trazó un hilo histórico entre la masacre del 2002 y el presente:
“En estos 23 años, la política represiva se ha sostenido. Y este gobierno actual, como el de Duhalde, vuelve a construir enemigos internos, vuelve a reprimir. Por eso seguimos exigiendo castigo, no solo a los responsables materiales, sino también a los políticos. Duhalde nunca fue juzgado”.
Martín Correa del polo obrero denunció un ajuste brutal
“No han vencido al movimiento piquetero a pesar de que este gobierno, el gobierno de Milei en complicidad de las burocracias sindicales, está lanzando represiones por doquier. Quieren amedrentar a los luchadores para que se queden en sus casas y no salgan a pelear este ajuste brutal que está llevando adelante este gobierno. Y les repito, están lo llevando adelante con la complicidad de las burocracias sindicales y con la complicidad de todo el arco de los partidos patronales”
A lo largo del acto, se repitió una frase como consigna y como horizonte: “Darío y Maxi presentes”. No como un ritual vacío, sino como un compromiso activo. Hugo enfatizó.
“Ellos son el ejemplo de no dejar tirado a un compañero. De organizarse frente a la crueldad del poder. De no claudicar, de no callarse. Frente a los que quieren la auto cancelación y moderación, su memoria nos dice que hay que ir al fondo de las cosas. Radicalizar la justicia, la igualdad y la lucha”.
Entre banderas, antorchas y pancartas, la Plaza Independencia fue una vez más el escenario de una jornada que conjugó memoria, rabia y esperanza. Aunque no se leyó un documento unificado. No hizo falta. Cada palabra pronunciada por los distintos referentes fue parte de una misma voz colectiva que no deja de decir: “Basta de ajuste y represión”, “No nos han derrotado”, “seguimos en la lucha”, “Las calles son nuestras”.











