POR MARIELA RAMOS & ADRIANA GALARZA
(Historia y resistencias en clave de género)
El Barrio Obrero
En 1907 la construcción del predio Villa Obrera había comenzado, un ambicioso proyecto cuyo legado material aún persiste. El proyecto implicaba la construcción de 117 casas de bloques de cemento resolviendo gran parte de las necesidades habitacionales de una clase obrera, que en los años de esplendor alcanzó la cifra de más de cinco mil obreros. La creación de este barrio se había pensado separado de Villa Mitre, hoy Tafí Viejo, vocablo que otorga nombre a la ciudad, el nombre de Tafí, presente tanto en Tafí del Valle como en Tafí Viejo, proviene del vocablo Tak-Tik, que significa postillo o entrada, y que permitiría formar la expresión Taktikllacta, que significa pueblo de entrada espléndida .
La administración del Ferrocarril Central Norte compró 15 hectáreas hacia el este de los talleres. El hecho de que la actividad obrera fuera iniciada antes de que se habilite el barrio causó malestar entre las familias trabajadoras, debido a las demoras en terminar y mejorar los caminos de tierra destinados a conectar Tafí Viejo con San Miguel de Tucumán, de dónde provenían mayoritariamente los primeros trabajadores. Las viviendas comenzaron pronto a ocuparse, de tal forma que apenas iniciada la primera década del nuevo siglo el Barrio Obrero se constituyó como un espacio residencial fundamental para el trabajador y como un centro de sociabilidad que en muchos sentidos supera la complejidad de las instalaciones existentes en Villa Mitre, con el cuál se encontraba unida a través de una pasarela que conectaba la avenida Alem con la calle Maipú. En la década de 1910 se concluyeron en el Pueblo Obrero importantes edificios: la escuela y el mercado. Hacia finales de la década de 1930, y comienzos de la siguiente, el desarrollo de la infraestructura fue notable, en esta última etapa con un establecimiento destinado a la Institución Cooperativa del Personal del Ferrocarril, oficinas para el correo y la policía, la Escuela Nacional N°40 con un centro de deportes, la biblioteca del barrio, un mercado y un biógrafo. Se inauguró también en aquél período de entreguerras el campo deportivo del Club Atlético Talleres, y la influyente Escuela de Artes y Oficios, devenida en Escuela Industrial de la Nación, espacio clave para la formación obrera de esos años.
El diseño urbanístico de aquella época se actualiza en los relatos y la memoria de sus residentes, algunos de aquellos históricos edificios aún conservan huellas de esa historia.
Transformación y resignificación de la plaza de la Villa Obrera
Nos encontramos en la plaza Villa Obrera para entrevistarnos con un grupo de mujeres feriantes, hijas y nietas herederas de esa historia de Memorias colectivas.
La feria se lleva a cabo los sábados, la apertura y cierre están programados desde que comenzaron hace 6 años de 8 a 16 horas. En la plaza observamos algunos juegos infantiles: hamacas, tobogán, sube y baja; árboles de especies nativas: nogales y fresnos; senderos de asfalto; espacios de tierra,arenero y más canteros con flores. Las feriantes llegan temprano, cargan cajas y bolsas en las que trasladan todo lo necesario para armar sus puestos, utensilios de cocina, mesas, sillas, sombrillas, hijos y esperanzas: “Esta feria es desde hace más de seis años atrás. Empezó con una señora que vivía en los conventillos, no me acuerdo su nombre en este momento. Ella traía su ropita y nos fuimos organizando alrededor de las necesidades y responsabilidades, pero con trabajo y esfuerzo logramos abrazarnos y enfrentar juntas los problemas. ¿Cómo no hacemos una feria con todo lo que ustedes tienen? Nos alentaba y así empezamos con Silvana, mi amiga, y sumamos otra y otra y ya no nos paran más…. El denominador común de cada una es salir de la casa, hacer terapia porque escuchamos los problemas, tratamos entre todas de solucionarlos y si no se puede nos consolamos. Si no vendías te compraba yo, le compraba la otra. Vendías o no vendías logramos que fuera más o menos lo mismo, aunque no lo sea. ¡La cosa era estar y salir y hablar con alguien de tus problemas cotidianos, porque eso es! ¡Eso es la feria! La cotidianeidad, el problema de todos los días por eso te pones contenta cuando vendía una prenda. Necesito tal cosa, necesito un pantaloncito para el chico, yo tengo uno, a veces pintaba el trueque porque no teníamos, yo te doy esto, vos me das lo otro, yo necesito aquello, yo necesito lo otro y era eso, ayudarnos todas como te digo, una se han ido, otras han vuelto, pero es siempre el mismo tema mujeres, todas mujeres con su historia a cuestas.” Mabel vive frente a la plaza, fue una de las primeras en acudir a la propuesta de ella la señora del conventillo, cuyo nombre no encontramos, pero la pionera en la creación de un espacio compartido desde los márgenes y, desde la sororidad transformando “ellas” en” nosotras”.
La plaza con sus puestos ofrece una amplia variedad de productos comestibles: empanadillas, bollos con y sin chicharrón en horno de barro, pasta frola y alfajores de maicena para acompañar el mate, compañero infaltable de las jornadas. Ropa nueva y usada, bijouterie, juguetes, ropa interior, medias y calzados usados. Un puesto ofrece talleres de pintura con atriles de madera construidos por Aylin con ayuda de sus hermanos. Las características de los puestos son diversas, ya que los productos ofertados son diversos, las cualidades de los puestos también lo son. Cuando se organiza algún festejo en la plaza el número de puestos y la oferta de cada uno se incrementa. Las feriantes saben que ese día la concurrencia será mayor y probablemente también sus ventas, por lo que suelen llevar más productos, o bien diversificar su oferta.
Las condiciones del tiempo influyen en las largas jornadas de trabajo: en días calurosos algunas llevan sombrillas o buscan protección en la sombra de los árboles,, ante mal tiempo,viento, lluvia o frío, saben que reciben menos visitantes y las ventas son menores, algunas esperan que pare para armar, saben que necesitan utilizar los recursos de la plaza para diseñar el puesto. Las escalinatas de un pequeño escenario hacen de estanterías, las ramas de los árboles desde donde tienden sogas exhiben la indumentaria que ofrecen cada sábado y hasta los caños de los columpios son acondicionados para percheros. Los bancos de la plaza las acogen mitigando el cansancio de la cotidianidad de sus días y continúan trabajando.
Las feriantes
La feria en la mayoría de los puestos es gestionada por madres solteras, abuelas con nietos, madres con varios hijos, muchas de las cuales trabajan durante la semana en casas particulares, complementan los ingresos de las tareas de cuidado y limpieza con los del trabajo ferial. “nosotras trabajamos porque no tenemos ayuda”, al indicar “no tenemos ayuda” refieren tanto a la ayuda estatal como a las dificultades vinculadas a la estructura familiar monoparental: “En mi casa mi hijo, mi familia, me ayudan, lo que no usan me regalan y traigo para la feria. Es muy lindo acá en la plaza, este es un grupo muy lindo de amigas, nos organizamos, venimos y vendemos. Compartimos incluso el almuerzo, los sábados que por ejemplo nos vamos un poco medio tristes porque no se vende, a pesar que dentro de todo es muy barata la ropa desde 500(quinientos pesos) hasta 3000(tres mil) la más cara. Es una ayuda para aquella mamá que tienen hijos porque es ropa en buen estado, entonces con 10(diez mil) se llevan para dos tres niños, les sirve a ellas y a nosotras”. Mónica es acompañada por su hija todos los sábados, su abuela no tiene obra social ni aportes jubilatorios, pero en la feria aprende y gestiona su puesto en la economía informal.
A las mujeres feriantes además de esta inserción precarizada en el mercado laboral se agrega la condición de sostén principal, cuando no único de la familia, es así que la Feria se construye como una red de producción y un escenario de circulación de la información. Las feriantes además tejen redes de colaboración, con quienes recién llegan, como entre ellas, prestando dinero, brindando cambio, vigilando los puestos, ayudando a cuidar a niñas/es/os.
La responsabilidad socialmente construida sobre el trabajo doméstico y las tareas de cuidados recae sobre las mujeres, abonando las desigualdades en la que lo reproductivo es doméstico y feminizado; “yo vengo porque por ahí no tengo para darle a los niños. La señora Mónica empezó a venir, yo la seguí y me encanta venir a la plaza, llevar unos pesitos para comprar pancito para mis hijos porque por ahí no tenemos y me encanta venir, al aire libre y la ropa por ahí no la vendo, la regaló si veo que la necesita y no les alcanza. Yo tengo ocho hijos, entiendo la situación por la que pasaron ahí vendo por ahí no. Vengo a las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde y ahora está duro…… mi marido no puede trabajar” Nancy refleja en sus ojos cansancio y sigue trabajando, la plaza se transforma en un espacio de producción dentro de la economía informal..
La vinculación entre el circuito de la economía informal y los procesos de intervención de la plaza nos invita a entender que la Feria se constituye al mismo tiempo como un espacio de trabajo y consumo de sectores de la economía informal y un lugar de encuentro y visibilidad de quienes históricamente fueron invisibilizadas y excluidas del mercado laboral. En un espacio, tiempo e infraestructura capaz de resolver necesidades y producir transformaciones en sus condiciones de vida a partir de un trabajo de producción colectiva sin mediación necesaria y exclusiva del mercado y del Estado.
Lo producido es reutilizado y redistribuido colectivamente, proponiendo formas de reconfigurar el espacio público desde la inclusión. Las mujeres feriantes transforman su inserción precarizada lo que las lleva a buscar otros usos y en esas estrategias desplegadas para sustentarse se diluyen los límites entre lo posible y lo imposible.
La feria nos ayuda a pensar la emergencia de economías de mujeres feriantes, pero también cobra importancia en tanto espacio de construcción de vínculos que expresan la creatividad y la capacidad de innovación de las mujeres feriantes en la plaza del barrio obrero como solía llamarse. que les permitan transformar sus condiciones materiales de existencia. “Nadie se salva sola” porque Juan Salvo también es Juana, Mabel, Mónica, Aylin, Nancy, Susana, Silvana, Martita……. y somos todas!!!!