POR JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ ARIAS*
Es difícil explicar la situación política del Perú sin hacerlo desde una perspectiva histórica y, sobre todo, de electoralismo egoísta. Dina Boluarte, ya expresidenta del Perú, fue elegida como vicepresidenta en la plancha de Pedro Castillo. El primer presidente de una formación que se reclamaba de izquierdas fracasó en un autogolpe de Estado que llevó al Congreso a votar una «vacancia express», donde Boluarte, como número dos del ejecutivo, asumía la presidencia; inmediatamente, Boluarte se apoyó en lo que hasta ese momento era la oposición al gobierno de Castillo, incluso en parte de la gente de su partido que había dado la espalda a Castillo (dentro de las luchas internas de la formación, al momento de la vacancia, el grupo de Castillo votó a favor, en contra y se abstuvo, tuvieron todas las posturas).
Cuando Boluarte asumió, la calle se levantó en contra; al principio, básicamente organizaciones políticas y sociales de izquierdas que apoyaban a Castillo y estaban en contra de un Congreso profundamente conservador, pero pronto, más que apuntar a algo que no solucionaba nada (y que suponía desconocer el tremendo error de Castillo de cerrar el Congreso por una vía ilegal), la protesta se amplió, tanto en organizaciones convocantes como en los reclamos: se pedía, básicamente, un adelanto electoral; se decía, y no sin razón, que con ese Congreso y ese ejecutivo debilitado nada podría salir bien. Boluarte respondió con una gran represión en las calles (y en todos los foros donde podía) y consolidó el conocido como «pacto mafioso» por parte de quienes se oponen a ella: la mayoría de fuerzas de derechas y algunas vinculadas Perú Libre, el partido de Cerrón (por el que fue elegido Castillo, al que rápidamente dieron la espalda), junto con otras formaciones inefables, continuaron con una agenda del ejecutivo poco clara.
La popularidad de Boluarte nunca fue buena, pero no hacía más que caer, entre escándalos y escándalos del propio gobierno, contando un caso de corrupción tontísimo de la presidenta, destapado por unos Rólex que llevaba hasta el posible abandono de su cargo para someterse a una cirugía estética de la que no hizo más que mentir, pasando por las muertes en la represión y, sobre todo, una serie de normas (aprobadas por el legislativo con el visto bueno del ejecutivo o, en muchos casos, impulsadas por el ejecutivo directamente) que favorecían a la clase dirigente y mangante del país (que tuvieron como efecto secundario el permitir que el crimen organizado creciera mucho estos años), normas que buscaban la impunidad… y hablando de impunidad, no podemos dejar de lado la amnistía a las fuerzas armadas y de seguridad dada en contra de toda legislación internacional. Junto con ello, el desmembramiento de la poca institucionalidad del Perú vino con una serie de normas que favorecieron que fiscales y jueces implicados en un gran caso de corrupción volvieran a sus puestos o, incluso, tras volver, escalaran en los mismos.
Siete mociones de vacancia enfrentó la presidenta Dina, de todas salió protegida por fuerzas desinstitucionalizadoras, conservadoras, desde el fujimorismo al acuñismo pasando por todos los demás partidos donde el Estado simplemente es un instrumento para el negocio personal.
Mientras tanto, en el Perú crecía la inseguridad; es triste ver cómo los números macros pueden andar bien o relativamente bien y cómo se vive cada vez peor (por eso no hay que fiarse de las macrocifras económicas, esas no te cuentan cómo se vive); la inseguridad se disparó de una forma inusitada, vinculada al crecimiento del crimen organizado, al uso descontrolado de armas de fuego (se ha demostrado que las armas requisadas por la policía vuelven a manos de criminales, con lo que la corrupción policial, además de clara, es parte del problema) y que se han superado todas las líneas rojas que antaño tenían las organizaciones criminales.
El gremio transportista es de los que más ha protestado en los últimos años, las extorsiones han hecho cerrar muchas empresas; a diferencia de lo que vemos en las películas de mafiosos donde una banda puede estar cobrando (extorsionando) a una empresa para «su seguridad» pero así se garantizan que ninguna otra banda se meta con ella, entre propietarios de flotas de autobuses o de camiones se denuncia que pagan cupo para tres o cuatro organizaciones criminales de extorsionadores; pero, quizá lo que más duele, es saber que se extorsiona también a colegios, se ha atentado duramente contra algunos; alguno ha tenido que cerrar por no poder garantizar la seguridad del alumnado.
Todos los días se suceden las noticias de balaceras en tal o cual local, son asesinados chóferes o cobradores de autobuses en plena calle, se atenta contra distintos negocios (dentistas, tiendas y demás); este tipo de crimen no ha reemplazado a otros, más bien, los acompaña, así que los robos aumentan, los asaltos crecen, y todos ellos una y otra vez con más violencia.
Ante esto, el ejecutivo no hacía nada… no, esperen, sí que hacía: mentían. Incluso llegaron a decir que los datos oficiales de las muertes violentas no eran ciertos, ¡¡sus propios datos!! Mintiendo sobre qué incluían y qué no; la inseguridad no es solo una percepción (que también lo es), pero el gobierno seguía fallando tanto el diagnóstico como la solución. Y comunicaba sus fallos de la peor forma posible.
El Congreso, en su mayoría, protegía a esta presidenta, aunque, cuando la cosa se ponía muy fea e inexplicable, podía llegar a censurar a algún miembro del gabinete, así cayó el ministro del interior… al que se le dio otro puesto en el ejecutivo y luego volvió como ministro de Justicia (un tipo lleno de pleitos pendientes, mejor imposible). El Congreso no hacía más que aguantar para poder acabar la legislatura, protegía a la presidenta para que ella asegurara el Congreso; de esta manera, en el primer momento que ya se pudo, se entró en fase electoral (para el próximo periodo ordinario) y, oh, sorpresa, con un Congreso que ya no se puede disolver, las tornas fueron cambiando poco a poco para la presidenta títere.
Estar del lado de Boluarte costaba popularidad, y esto lo sufrió en sus carnes un precandidato presidencial, que en el sur andino tuvo que salir corriendo y escoltado por la policía ante unas manifestaciones en su contra que pintaban que no serían pacíficas. Ese fin de semana hubo un tiroteo en un concierto de un grupo popular. Ojo, el asesinato de otro cantante conocido llenó las calles de protestas y el gobierno haciendo esfuerzos para que los cantantes siguieran a su lado…
En todo este proceso, la Generación Z llenó las calles de protestas, acompañado luego por muchos otros colectivos, muy dispares, como el gremio de transportistas, primero por unas leyes a favor de las AFP (siempre legislando para los ricos) y luego ampliándose por otros temas, siendo el principal la inseguridad y la ineficiencia del gobierno.
Para la siguiente sesión, por lo visto, Boluarte tenía que ser vacada (por las mismas razones que otras veces le protegieron, pero ahora apoyar a Boluarte era un lastre); de hecho, un partido a primera hora del día acusaba a la izquierda casi terrorista por querer (otra vez) vacar a Boluarte, ese mismo partido terminó votando a favor de la vacancia. ¿Por qué? Porque el politiqueo electorialista está muy por encima de los principios o las alianzas políticas. Así el fujimorismo pasó, en unas horas y sin escuchar nada más que a sí mismos, de querer un plan de choque contra la inseguridad a anunciar su voto favorable a la vacancia; y este fue uno de los últimos partidos en terminar el viraje por el que pasaron todos los aliados de la presidenta.
Todo lo que tiene que ver con la votación está mal, es difícil defender la forma en que se hizo y que se sometiera al mecanismo rápido (se puede entender ese mecanismo cuando el presidente intenta un golpe de Estado y hay que arrestarle y destituirle en el momento por lo que acaba de hacer), pero es poco explicable y sensato que se usara dicho mecanismo con una situación que lleva años produciéndose (que llevamos más de cuatro años con una crecida de la inseguridad, que los escándalos de corrupción de Dina llevan tiempo y que el propio Congreso blindó a la presidenta en esas causas, ahora van en contra de lo que ellos mismos decidieron), simplemente, querían mostrarse contundentes, y así lo hicieron.
La cronología es increíble y lo que pasó en esa noche pasará a la historia: en la mañana, el Congreso debatía el tema de la seguridad y deciden que había que invitar al Gobierno, primero se habló del ministro del Interior y luego se escaló a invitar a todo el gabinete, para un debate a las 3 pm; así se hizo. Se iba a hablar de la inseguridad, vinculado al atentado contra el grupo de cumbia de Agua Marina (ocurrido unos días atrás, cero urgencia real); el primer ministro fue con su gabinete sobre las 4 pm, antes de que llegaran, ya hasta el fujimorismo había anunciado que si había vacancia, votarían a favor; fue uno de los últimos partidos en sumarse a ese posible pedido.
Se suceden las intervenciones y ya hay cuatro mociones de vacancia sobre la mesa (al final fueron cinco), se suspende la sesión hasta las 9pm, uno de los días en que el Congreso más ha trabajado, todo hay que decirlo.
José Jerí, posiblemente el peor presidente del Congreso en mucho tiempo, inició la sesión casi a las 10pm. Se fueron aprobando las distintas mociones de vacancia (esto es, aprobar que se debata y vote la vacancia, no la vacancia en sí misma); el fujimorismo propuso que se invite al día siguiente a la presidenta de la nación para que se defienda; muchos otros congresistas insistían en votar de una vez la vacancia (saltándose el resto del procedimiento, puestos a hacer mal las cosas, ¿por qué no en esta escapada final?), finalmente se decidió invitar a Boluarte a ejercer su derecho a la defensa, llevando una carta a Palacio de Gobierno desde el parlamento, donde se la invitaba para las 11:30 pm. El abogado de Dina Boluarte, públicamente, expuso que su defendida no iría, que no se puede esperar que en menos de una hora planteen toda una defensa, que hay unos plazos mínimos para que la defensa sea real.
Pero todo el proceso era un circo, los votos ya estaban y Dina Boluarte no iba a convencer a nadie; su gabinete está lleno de títeres de partidos que ya anunciaban el voto contra Boluarte. Se pilló a algunos ministros preparando su salida del país. Todo ya estaba decidido, ¿para qué esperar más? Rozando la medianoche se votó la vacancia: 121 votos a favor de la vacancia (ojo, todos los grupos políticos votaron a favor, todos, cero votos en contra y cero abstenciones, 9 ausencias), ni siquiera el golpista Castillo tuvo tantos votos a favor de su vacancia.
Pero el circo continuaba, se presentó una moción de censura contra el presidente del Congreso, quien constitucionalmente asume la presidencia del Perú por no haber segundo vicepresidente (es la segunda vez que nos ocurre en poco tiempo, sea dicho). Jerí solo tiene a su favor ser un títere de quienes mandan, pero en su breve trayectoria política solo tiene escándalos y polémicas, además de acusaciones que en cualquier lado deberían haber supuesto, como mínimo, su renuncia vergonzosa. El pacto mafioso quería un títere cómodo y ese es Jerí, mientras que Boluarte ya no lo era (y no porque dejara de ser un títere, si no, simplemente, porque era absolutamente impopular), así que esa moción de censura no prosperó (el partido de Jerí, Somos Perú, la fujimorista Fuerza Popular, la acuñista Alianza para el Progreso, el partido por la que la propia Dina fue electa, Perú Libre, además de la derechista Acción Popular protegieron a Jerí), ya son las 0:48 de la madrugada del 10 de octubre, pocos minutos después, a la 1 am, se le inviste presidente.
La presidenta saliente reúne a su gabinete y comienza, según se votó la vacancia, a dar un larguísimo discurso retransmitido por la TV Pública, que no se sabe si era de despedida o de defensa, en todo caso, estaba siendo demasiado largo y hasta la propia TV Pública dejó de transmitirlo para arrodillarse a su nuevo amo y dieron en vivo la investidura de Jerí como presidente del país.
La misma prensa ayayera con Boluarte ahora la destroza y encumbra a Jerí, que ha sido lo suficientemente inteligente como para tomarse una foto a primera hora de la mañana con mandos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, para dejar claro que su única agenda es la seguridad nacional. También se reunió durante el viernes con el fiscal interino de la nación Tomás Gálvez (un corrupto restituido por este gobierno y una de cuyas primeras maniobras fue cerrar la acusación de violación que pesaba sobre Jerí) y la presidenta del Poder Judicial, Janet Tello.
¿Habrá adelanto electoral? Cuando asume la persona que ocupa la Presidencia del Congreso, hay una obligación de convocar elecciones en unos plazos relativamente breves… pero las elecciones ya están convocadas (como mencioné supra, se convocaron con el máximo plazo posible, en concreto, el 25 de marzo de 2025 para que se celebren el domingo 12 de abril de 2026), en principio, la norma constitucional es clara en cuanto a que la interinidad supone la necesaria convocatoria de elecciones… pero es que ya están convocadas las elecciones y debe respetarse el calendario electoral (esa es la principal interpretación que se está dando de la normativa). En realidad, el calendario electoral en los adelantos precipitados por vacancias o por cierres del Congreso es mucho más corto que el general, ya que es un escenario extraordinario; ¿por qué el calendario electoral queda por encima de la normativa constitucional sobre el tiempo de interinidad? Simplemente porque a los partidos les conviene un escenario en que se pueda tomar tiempo para distanciarse de los gabinetes de Boluarte y porque las propias maquinarias internas de los partidos ya estaban en marcha con unos plazos que no se quieren saltar; tampoco quieren que se vote por un lado la presidencia y por otro el nuevo congreso bicameral.
Lo triste de todo esto es que los mismos partidos que nutrían el gabinete de Boluarte serán los que coloquen a los ministros en el gabinete de Jerí, tercer presidente interino en cinco años.
*José María Rodríguez Arias es licenciado en derecho. Publica el presente texto como colaboración en Nuevo Trópico
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