POR ANA LUISA COVIELLO
Segunda parte
“Carpintero, haz un féretro pequeño
de madera olorosa,
se nos ha muerto un sueño,
algo que era entre el pájaro y la rosa”.
“Se nos ha muerto un sueño”, Conrado Nalé Roxlo
1
Nado como un pez en agua de pecera. La casa está vacía, sin ella.
Aprieto los labios para que no me entre agua.
Aguanto la respiración.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Algo se ha roto.
2
¿Y la mamá? ¿Y la mamá? ¿Y la mamá? ¿Y la mamá?
“Está con la tía Cuca en Buenos Aires, viendo libros”.
“Se fue a ayudarla en la mudanza”.
“Se demora porque son muchos libros”.
Ah.
¿Y la mamá?
3
No se oyen más las canciones de María Elena en casa. Extrañamos al brujito de Gulubú.
4
Buceo en el agua, busco el sonido del río. No lo encuentro. En el agua de la pecera todo es silencio, como el que sobreviene después de una tragedia, después de la explosión de una bomba, después del desmoronamiento de la ciudad. Silencio infinito que no da sosiego. Así transcurren nuestras vidas y, a pesar de todo, la rutina sigue siendo la misma: nos despertamos tarde, jugamos en el patio, vemos La isla de Gilligan, almorzamos, el papá nos lleva al jardín, vamos a lo de la Ika, jugamos con los primos, volvemos a la noche con el papá. La Nelly me hace la toca en el patio antes de ir a dormir.
En la casa, un hueco.
Se abre paso un sentido que emerge del vacío:
E XI LIO
Me visto
pero me siento desnuda.
Como
pero no consigo satisfacción.
Pregunto
pero las palabras que dice mi papá rebotan en la pecera y se esfuman ni bien las pronuncia.
Mi abuela, la Ika, llora.
Todos callamos.
5
Después de un tiempo que no termina, en el pasillo de la casa de la Rivadavia, preguntamos otra vez por la mamá. El papá, de pie en el living frente al cuadro mexicano, nos dice:
—La mamá no va a volver. La mamá se ha ido al cielo.
No entiendo del todo lo del cielo. Me largo a llorar.
Alfredito me ve llorar y se larga él también. Después, se va al patio a jugar. Se echa al suelo y hace andar sus autitos, mientras mira al cielo cada tanto.
6
El silencio pegajoso de la pecera en la que estamos desde que la mamá se fue es lo único que se oye, además de mi llanto.
Tomo aire.
Quiero a mi mamá aquí.
Ya.