POR EVA FONTDEVILA, SEBASTIÁN LORENZO PISARELLO & ANABEL PALMA*
Los debates en torno a la “cantidad” de experiencia práctica que aporta una Licenciatura en Comunicación son antiguos como las mismas carreras. Es habitual escuchar a estudiantes y docentes diagnosticar la falta de práctica de las carreras, aunque no siempre queda claro a qué apuntan esos reclamos.
A veces parecemos referirnos al dominio de herramientas digitales muy concretas, técnicas o dispositivos, bajo la premisa de la “actualización” versus la “obsolescencia” de ciertos dominios teóricos; no pocas veces el reclamo se orienta al ejercicio de saberes profesionales, en relación con el temor a no “salir preparados para la inserción laboral”.
Todas las preocupaciones en juego son válidas. Y aunque podría considerarse que la división entre “teoría” y “práctica” no siempre tiene sentido, las clases de las materias, en su mayoría, siguen conservando esa organización: clases teóricas, en principio más expositivas y centradas en bibliografía; y clases “prácticas” abocadas a la ejercitación de habilidades, capacidades y competencias vinculadas a esas lecturas. Esta división se corresponde, muchas veces, con una división del trabajo en los equipos de cátedras.
Nos interesa aquí visibilizar un tipo particular de “práctica”: la que involucra un ejercicio de articulación de saberes, que exceden la bibliografía, el control de la comprensión lectora y la capacidad de expresión oral o escrita de los conocimientos aprendidos, pero que incluye a todas ellas.
La “práctica” a la que nos referimos no es una serie de técnicas o dispositivos, sino un conjunto de experiencias con tanta historia como la carrera de Ciencias de la Comunicación. Una definición político acadeḿica que parte de acuerdos interinstitucionales, diagnósticos, lecturas de trayectorias, objetivos explícitos, coordinación de tareas con referentes externos a la carrera, ejercicios prácticos insertos en campos “por fuera” de la facultad, evaluaciones y puestas en común en el aula, más una vocación de sistematización que no siempre es factible.
Lo central de esta mirada sobre la práctica reside más en los propósitos que en las técnicas o herramientas concretas. En las prácticas como las entendemos aquí, lo sustancial es la formación de profesionales con sentido crítico, fundamento conceptual y habilidades para la puesta en diálogo de saberes académicos y del territorio, capaces de reconocer sujetos y actores sociales, procesos históricos, culturales y tecnológicos en un mundo cambiante y crecientemente desigual. Este concepto de práctica discute con una perspectiva de la “aplicación de técnicas y recetas”, la adaptación a las expectativas de un mercado laboral (aunque no lo niega) y revaloriza la lectura de procesos y la potencialidad transformadora de la comunicación.
Los espacios de prácticas de la materia Comunicación Alternativa en 2025 fueron 15: dos escuelas (una primaria pública de la ciudad de Lules y una secundaria privada de San Miguel de Tucumán; 4 medios de comunicación digitales alternativos (Meta crisis, La Palta, Agencia ANITA, Diario del Juicio); la radio universitaria; Nuevo trópico; tres organizaciones barriales (Club Social y Deportivo Los Vázquez, Hogar de Cristo y Centro de Trabajo Popular Mate Cocido); dos organismos de derechos humanos (ANDHES y la Escuelita de Famaillá, Centro de Memoria; un congreso internacional sobre buenas prácticas en discapacidad y el proyecto de investigación/ acción sobre perspectiva de la ruralidad El arado y la pluma impulsado desde la carrera de Ciencias de la Educación).
Aprender haciendo
Casi 100 estudiantes realizaron durante aproximadamente 10 semanas actividades bajo la doble coordinación articulada de sus docentes y referentes de las organizaciones, instituciones o medios. Debieron aprender sobre reglas, consensos, correcciones, frustraciones, plazos y entregas.
Algunos tuvieron que aprender a tratar con niños y niñas, otros a reconocer prácticas barriales con historia y a respetar los relatos, tiempos, ritmos y necesidades de vecinos y vecinas que tenían sus propias prioridades y expectativas.
También se enfrentaron a la necesidad de reconstruir la genealogía de las prácticas a las que se sumaron. Por caso, quienes se incluyeron en Radiografías, portaron la trayectoria de 18 años del programa de radio en la emisora universitaria que sobrevivió -como las otras iniciativas – incluso a la pandemia. Mientras se reinstala permanentemente la posibilidad de la “muerte”de la radio, esta práctica sigue convocando año tras año estudiantes y a veces es necesario seleccionarlos. Quienes fueron al Barrio ATE articularon con una organización con la que la cátedra trabaja desde hace más de 15 años; los de los medios digitales supieron que esos mismos medios en algunos casos surgieron al calor de las cursadas de la materia hace varios años. Y otros estudiantes tuvieron el desafío de ser la primera camada de un espacio nuevo.
Los docentes también tuvimos que aprender muchas cosas, revisar acuerdos e imaginar respuestas. Los referentes de las organizaciones también tienen sus expectativas y toman decisiones, entre otras, cuántos practicantes pueden “recibir” y acompañar. Además la responsabilidad es importante: el acompañamiento se registra en intercambios periódicos y un informe final que realizan sobre cada estudiante. Y una cuestión fundamental: los productos realizados por los estudiantes deben ser aptos para su publicación y por lo tanto aprobados por las contrapartes de la práctica.
Los estudiantes de Comunicación Alternativa que eligieron hacer Prácticas Sociales Educativas tuvieron que adentrarse además en perspectivas o temáticas novedosas en sus vidas, como discapacidad, memoria y derechos humanos, niñez, ruralidad, consumos problemáticos, presupuesto participativo, género, entre otros. Además debieron ir aprendiendo al mismo tiempo los conceptos sobre la alternatividad de una manera crítica y fundamentada mientras los construían en sus producciones de podcast, notas gráficas, videos, coberturas periodísticas, programas de radio o publicación en redes sociales.
Mucho de lo que se aprendió no está en la bibliografía formal de la materia, aunque todo es puesto en diálogo semana a semana en clase. Además, y aquí una de las búsquedas más importantes, debieron poner en juego saberes aprendidos en Periodismo, en Teoría de la imagen y en Comunicación radiofónica; es decir que las PSE que impulsamos pretenden ser una llave para una innovación pedagógica en la carrera en diálogo con contenidos y modos de evaluación de otras asignaturas. Un proyecto de mediano plazo sobrevuela esta propuesta: la construcción de un estudio y canal de transmisión vía streaming, y el fortalecimiento de Nuevo Trópico como medio periodístico de la carrera.
Articular y visibilizar
Para coordinar la tarea de las PSE, que se formalizan y certifican a través de la Secretaría de Extensión, la cátedra se involucró en pleno: los tres docentes que firmamos esta nota, la ayudante estudiantil Paula Auvieux y la egresada que forma parte del programa de iniciación a la docencia, Valentina Abella, coordinaron una o más prácticas, pero además debieron articular con referentes de las organizaciones, realizar un seguimiento personalizado, dar contención a estudiantes, ayudar a organizar plazos y tareas.
En octubre visitaron la facultad un grupo de 34 niños y niñas de la Escuela Eliseo Cantón de Lules y un grupo de jóvenes del Hogar de Cristo María de Belén. En septiembre un grupo de estudiantes del Colegio Santa Catalina y la agencia ANITA habían participado en una actividad de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán en Plaza Urquiza; quienes hicieron la práctica en Escuelita de Famaillá y el Diario del Juicio se reunieron con el Secretario de Derechos Humanos de la provincia a compartir la experiencia de trabajo en territorio. Con el triunfo del proyecto de Mate Cocido en el presupuesto participativo de la capital, los estudiantes experimentaron también un proceso y su celebración. Desde el programa Radiografías se apoyó la realización de las Olimpiadas de Comunicación destinadas a estudiantes secundarios y en Meta crisis y Andhes realizaron producciones para redes sociales y campañas. Para quienes participaron en La Palta, por su parte, una novedosa experiencia fue la recepción de estudiantes rusos que se encuentran de intercambio académico en nuestra Facultad.
Como cátedra, sostenemos que además de “hacer”, es imprescindible el “pensar” y el “sentir” los saberes que ponemos en juego. Por ello tenemos una prioridad en el horizonte: sistematizar, robustecer las reflexiones desde la praxis, visibilizar y conocer otras experiencias. De hecho hacia el fin del cuatrimestre, varios de los estudiantes presentaron sus experiencias en distintas jornadas académicas: el webinar de FELAFACS Cono Sur, donde se presentó el acompañamiento a radio Abundancia, del Hogar de Cristo Maŕia de Belén; la X Jornada de Comunicación Comunitaria de la Universidad de Salta, en la que se compartió la práctica en Meta Crisis y Radio Universidad; la Jornada sobre Derechos de las Infancias de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT donde se socializó lo aprendido en la práctica en agencia de noticias ANITA, Radiografías, el Club de Los Vazquez y las escuelas.
La propuesta de múltiples PSE desde la materia es, como intentamos transmitir, en despliegue potente que muestra la fuerza, destreza y compromiso de estudiantes, docentes y referentes de organizaciones no solo con la educación pública sino con la comunidad, a la que también se pretende devolver con estas iniciativas el aporte que hace para sostener las universidades aún en contextos adversos.