POR SOFÍA FLORES
Como segunda entrega del ciclo patrimonio arquitectónico como resistencia, indagamos la campaña FOCO a través del espacio DAR como prácticas que activan espacios olvidados, provocan conservación y devuelven valor cultural. Una mirada que articula estética, política y memoria.
La arquitectura estructura la forma en que una sociedad recuerda, habita, piensa y se reconoce. “Ilustro para no olvidar” nos enseñó a mirar el patrimonio como gesto de resistencia, el dibujo como acto político. En Tucuman el activismo urbano se materializó en la campaña cultural “Hace foco” invitándonos a re describir nuestros lugares, surge como una propuesta con el fin de señalar, iluminar y conectar con la historia que vive en nuestras calles. Ezequiel Zeitune es uno de los arquitectos participantes de la campaña, a quien tuve la posibilidad de entrevistar:
¿Cómo surgió la campaña Foco y qué impacto tuvo en la percepción ciudadana sobre el patrimonio?
Surge como una propuesta del estudio CB Developers para el desarrollo del stand asignado en Espacio DAR. De allí surgió la idea de generar una nueva estructura que se posara sobre la existente y, al mismo tiempo, no fuera agresiva con el edificio donde iba a estar inserta. Luego de varios borradores, terminamos adoptando un inflable naranja en forma de pelota como el elemento ícono de nuestra campaña. Un llamador que no debía decir mucho; solo tenía que hacerse notar y llevarse, junto con el edificio que la albergaba, la mirada de los transeúntes.
La idea de llevar este símbolo a otros edificios patrimoniales escaló muy rápido y, en el entusiasmo por emprender la campaña, comenzamos a gestionar los permisos para “hacerla girar” por la ciudad.
Ni bien salimos a las calles, la campaña fue bien recibida. Nos destacaron el llamado a rescatar la mirada sobre el patrimonio arquitectónico local. Obtuvimos muchas sugerencias y aportes que fueron de ayuda, e incluso logramos que la campaña fuera destacada como “de interés cultural” por las entidades del municipio.
¿ Consideras que la conservación de una estructura está relacionada íntimamente con la conservación de un pasado y por ende memoria e identidad de una provincia?
Sí, sostener los edificios históricos no es solo conservar piedras o fachadas, sino preservar modos de habitar: cómo se organizaba la vida cotidiana, cómo eran las relaciones sociales, los ritmos de la ciudad.
Cada edificio patrimonial condensa el contexto socio-cultural de la época: desde la organización política hasta la influencia de corrientes arquitectónicas y económicas. También podemos hablar de la técnica y la tecnología empleadas, que son, en sí mismas, testimonio de un saber hacer, de oficios y tradiciones constructivas que forman parte del patrimonio inmaterial.
Todo eso, junto, alimenta la memoria colectiva, que es un factor clave para construir ciudadanía: sabernos parte de una historia común, con raíces y aprendizajes que dialogan con el presente.
El patrimonio mal cuidado pierde su sentido; se degrada no solo por abandono, sino por falta de reconocimiento social. La recuperación del patrimonio debe hacerse de modo que se incorpore al tejido social, no solo como piezas decorativas. Por ejemplo, en proyectos de renovación urbana, las intervenciones patrimoniales con viviendas y espacios culturales deben generar valor para quienes viven ahí, y no provocar desplazamientos o gentrificación de uso comercial exclusivamente.
¿Cómo se relaciona el arte y el activismo urbano con la defensa de la identidad patrimonial?
El arte urbano puede funcionar como un lenguaje que llega directo a la ciudadanía. La defensa del patrimonio es también defensa del derecho ciudadano a su memoria y a un hábitat digno.
El arte aporta narrativas visuales, el activismo urbano aporta organización social, y juntos logran que la identidad patrimonial no se diluya, sino que se convierta en un motor de participación ciudadana y construcción de futuro.
Un caso emblemático en Tucumán es el de la ex Casa Sucar (hoy Casa Museo de la Ciudad), que contó con numerosas amenazas de demolición por parte de los propietarios. Ante esta alerta, varios colectivos, instituciones y la ciudadanía en general se organizaron para llevar a cabo manifestaciones, guardias ciudadanas y acciones legales para preservar dicha casa, con esfuerzos exitosos.
Hace foco nos enseñó a mirar distinto, observar, participar y transformar, surgió en pos de la velada de la onceava edición de Espacio dar, un encuentro que une talento, solidaridad y la puesta en valor de nuestro patrimonio arquitectónico
¿Qué puedes contarnos sobre el espacio Dar? teniendo en cuenta su misión principal que es la responsabilidad social en el rescate patrimonial
Espacio DAR es una muestra de diseño interior, arquitectura, paisajismo y arte, de origen local pero con alcance regional/nacional. Se fundó en 1999, tuvo varias ediciones hasta alrededor de 2013 y luego una pausa. En los últimos años volvió con fuerza, reactivando la idea, renovando espacios y exponiendo talento regional emergente.
Espacio DAR no solo exhibe diseño, sino que hace del patrimonio arquitectónico su plataforma de acción de varias maneras:
• Selecciona inmuebles con valor patrimonial para realizar la muestra: casas antiguas, casonas, espacios abandonados, etc. Usan esos espacios como escenarios que requieren restauración y preparación.
• Al abrir esos espacios patrimoniales al público y hacer muestras donde los visitantes pueden recorrer y conocer el edificio, se permite que la ciudadanía reconozca el valor histórico.
En ediciones anteriores, esta muestra tuvo lugar en Casa Súcar, Jockey Club, Casa Cristhie, Casa Nougués y Sala Cuna, como algunos ejemplos de locación patrimonial.
A lo largo de la entrevista, Zeitune fue insistente: “Conservar edificios es preservar modos de habitar, técnicas, historias familiares y formas de ciudadanía”. La arquitectura, entendida así, no es un objeto sino un relato. Y cuando se destruye, no se pierde solo un bien material, sino una parte del lenguaje con el que una comunidad se piensa a sí misma.
En Tucumán, donde la tensión entre modernización y memoria es constante, estos proyectos funcionan como formas de contrahegemonía cultural: disputan el sentido común que equipara progreso con demolición, y proponen un imaginario alternativo donde el desarrollo puede convivir con la preservación.
No se trata de oponerse a lo nuevo, sino de entender que lo antiguo también produce valor, identidad, pertenencia y futuro.
Tanto en la ilustración de una casa por salvar como en el inflable de FOCO o en las intervenciones de Espacio DAR, aparece un mismo gesto: no permitir que el olvido avance sobre los muros que todavía sostienen nuestra historia.
Quizás porque en una provincia que ha sabido reinventarse tantas veces, la memoria también necesita espacios concretos donde quedarse.
Es importante pensar desde que lugar nos posicionamos y construimos nuestra identidad, por ende la preservación de nuestra memoria, nuestra historia.
Para acceder a la primera entrega clickear el título de la entrevista de Noelia Negro a Natalia Kerbabian: Ilustrar para no olvidar: cuando el arte se vuelve archivo y denuncia